Introducción
La biblioteca pública se ha alineado al devenir histórico y social. Ha sido concebida como un espacio inclusivo, que hoy promueve la sociedad del conocimiento e intercambio de todos los saberes, así como del uso significativo de la información. También contribuye a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU a fin de cooperar en la cimentación de una sociedad justa y sostenible (IFLA y Unesco, 2022). Es un espacio social con diversas expresiones dada su variada identidad, donde prima la promoción de la lectura (Álvarez Zapata et al., 2008: 193-194) y otros alfabetismos, como el desarrollo de habilidades informativas y digitales. Su compromiso hacia la atención comunitaria ha ido fortaleciéndose en las últimas décadas (Sánchez-García y Yubero, 2017: 150), y tiene una gran área de oportunidades con aquellos grupos o comunidades donde las capacidades de lectoescritura no han sido suficientemente desarrolladas y donde las formas de rezago se ven acentuadas. Al promover la diversidad cultural, la biblioteca pública fortalece su papel en la construcción del tejido social (IFLA y Unesco, 2022).
Es en este sentido que cobra gran relevancia la función de las bibliotecarias y bibliotecarios (Alfaro López, 2017), cuya participación es fundamental para alinear las necesidades de las comunidades a los objetivos de la biblioteca pública en una cultura de creatividad e innovación; por ejemplo, para identificar las necesidades del entorno y ejercer una participación proactiva que colabore con grupos sociales y organismos gubernamentales de todos los niveles, así como con instituciones educativas y sociales. Tal, para desarrollar actividades -como las de fomento a la lectura- que involucren a la comunidad utilizando un diálogo que permita la autonomía y convivencia armónica. Por lo tanto, atender a este sector implica un trabajo de formación o capacitación permanente. Hoy tiene gran peso la construcción de un conocimiento que considere la paridad de saberes, que bien puede ser entre los grupos académicos y el objeto de estudio (bibliotecarias y bibliotecarios), así como de estos con los grupos sociales integrados en proyectos comunitarios, ejerciendo la comunicación dialógica para crear una visión integral que permita la transformación de los participantes (Corona Berkin, 2020: 13-16).
Con el objetivo de potenciar su participación e incidencia en las comunidades, el propósito del presente trabajo es determinar una segmentación del personal bibliotecario en relación con la labor que desempeñan en la promoción de la lectura. Para ello se realizó un estudio exploratorio que muestra grupos bien diferenciados considerando sus características profesionales, así como los niveles sociales y económicos en los que se desenvuelven. Se utilizaron análisis multivariantes que permiten realizar simultáneamente la segmentación de los grupos maximizando sus diferencias, pero, asimismo, estableciendo las características distintivas que los definen, identificando la asociación entre las variables utilizadas para efectuar la agrupación. Estos métodos son de muy reciente creación; no realizan el proceso de optimización para separar los individuos aislándolos del estudio de asociación de las variables -lo que sería un análisis secuencial o tandem analysis-, sino que aplican la optimización conjunta; es decir, la que permite identificar la asociación de variables y la agrupación óptima de los individuos. Dado que ya existen las estrategias metodológicas para este tipo de análisis, se hace necesario promover su uso, pues para él ya están disponibles, incluso, librerías especializadas en el programa libre R (Ojeda Ramírez, Cruz López y Gallardo del Ángel, 2023). Es a partir de aquí, de la agrupación e identificación de los grupos, que puede proponerse un plan de formación y atención de acuerdo a la variabilidad y necesidades de cada grupo de bibliotecarias y bibliotecarios de Veracruz.
Leer tiene una multiplicidad de acepciones, desde una experiencia vital, un descubrir permanente, un acto placentero ligado irremisiblemente al amor o a la vida; o aquella que la establece como un recurso para el desarrollo mental y cognitivo, así como una práctica para usar el lenguaje de la mejor forma. Además, como el puente que conecta con el mundo de forma creativa y comprometida; leer es, desde luego, esto y más. La visión sociocultural de la lectura (Cassany, 2008: 21-33), propuesta desde los nuevos estudios de literacidad (Gee, 2008: 67), nos remite a considerar el contexto del acto lector de acuerdo con sus necesidades y objetivos. Atiende la percepción social, histórica y cultural, sin invisibilizar estudios de disciplinas como la psicolingüística y el socioconstructivismo (Cassany, 2006: 32-33; 2008: 33); esto es, ofrece una visión más integral de lo letrado (Cassany y Morales, 2009: 110).
En el ámbito educativo, leer y escribir garantizan una buena inserción y tránsito en el proceso formativo. Permiten el desarrollo de habilidades para comprender, interpretar y transmitir nuevos conocimientos en una multiplicidad de formatos y disciplinas (López Yepes, 2019: 32-33; Ramírez Leyva, 2017: vii-vi-ii). De esta forma se asegura la interacción lingüística y el aprendizaje activo de manera autónoma. Para lo anterior es indispensable, aparte del conocimiento funcional del lenguaje, fomentar las capacidades para utilizar adecuadamente la información, expresiones apropiadas tanto de forma oral como escrita y, por lo tanto, la integración del diálogo crítico y, a la vez, constructivo (López Yepes, 2022: 126), ante los requerimientos de atención a las causas más apremiantes.
Red Nacional de Bibliotecas Públicas en México
El último diagnóstico de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas de México (RNBP, 2021) establece la existencia de 7 464 bibliotecas, ubicadas en 93 % del territorio nacional. Su funcionamiento está supeditado a las decisiones de los tres niveles de gobierno, aunque se menciona una ausencia de precisión en la Ley General de Bibliotecas sobre las responsabilidades y acciones de las tres órdenes de gobierno participantes. Situación que se agrava en los estados que carecen de una legislación propia. La capacitación que ofrece la Dirección General de Bibliotecas es un aspecto muy bien valorado, aunque se señala que muchas entidades no la desarrollan sistemáticamente al carecer de recursos humanos, financieros, materiales y técnicos. En este año, 2020, se reportó que 650 bibliotecas estaban fuera de operación debido a causas diversas, entre las que destaca el desinterés de las autoridades. Solo 7 % de las bibliotecas notificó contar con procesos automatizados, es decir, que disponen de un catálogo en línea y que están integrados a algunos procesos administrativos. Un poco más de la mitad cuenta con equipo de cómputo y servicio de internet. También pudo notarse que el personal que labora en estos espacios carece de los conocimientos especializados para realizar los servicios, pues en su gran mayoría el nivel de estudios que prevalece es el de secundaria y bachillerato. El 73 % de los usuarios corresponde a la población de escuelas básicas, o sea a una población infantil que prolonga las actividades escolares en estos espacios. Finalmente, el reporte indica que no se atiende suficientemente el tema de la capacitación en los servicios, la actualización de acervos, ni en la estabilidad laboral con un salario digno. Tampoco existe un reconocimiento a su contribución al sistema cultural nacional y es muy limitada la vinculación estratégica con instituciones públicas o privadas, o con las comunidades, y solo están considerados para convenios relacionados con la prestación de servicio social o pasantías de estudiantes de algunas universidades.
Las bibliotecas públicas en el estado de Veracruz
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, 2021), Veracruz es el cuarto estado con mayor porcentaje de población en rezago educativo (27.8 %). El Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz (Orfis, 2020), en el Informe especial de pobreza y rezago social, establece que en la entidad existe un índice de rezago social muy alto (1.143), ubicándose en la cuarta posición nacional. La situación que guardan las bibliotecas públicas en la entidad refleja lo anterior. Al igual que la tendencia nacional, están distribuidas en diferentes municipios y localidades.
En 2019 se realizó una intervención en la ciudad de Xalapa, Veracruz, sobre promoción lectora en las bibliotecas públicas con 31 bibliotecarias y bibliotecarios de 8 bibliotecas públicas (Rendón-Galvis y Jarvio-Fernández, 2020). Se identificó que la mayoría carecía de formación profesional y que solo 25 % del personal cursó, en algún momento, el Taller Básico de Lectura de la Secretaría de Cultura; 80 % respondió realizar actividades de promoción de lectura, pero las describieron como préstamos de libros, visitas guiadas, apoyo a tareas y ‘vacaciones en la biblioteca’. Casi la totalidad de los participantes expresó no utilizar ninguna estrategia de uso de las TIC en la promoción de la lectura. La mayoría percibía la falta de apoyos, continuidad, seguimiento y evaluación de los programas de capacitación, lo cual consideraban obstáculos para su labor. Pudo notarse que las bibliotecarias y bibliotecarios carecían de criterios que les permitieran conocer los intereses y necesidades de información de sus usuarios. Asimismo, declararon no saber cómo localizar novedades literarias y por lo tanto qué lecturas recomendar de acuerdo con la diversidad de grupos que debían atender.
En el presente diagnóstico caracterizamos a las bibliotecarias y los bibliotecarios de las bibliotecas públicas de Veracruz, identificando sus prácticas de lectoescritura, así como el tiempo dedicado a esta actividad. Se propuso conocer los elementos conceptuales, teóricos y metodológicos que disponen para llevar a cabo sus actividades, la capacitación con la que cuentan, así como indagar en si existe un reconocimiento sobre la función social de la biblioteca -en relación con la plasmada en el Manifiesto IFLA-. Consideramos además las condiciones de rezago social y económico y el involucramiento de atención a las comunidades donde están insertas las bibliotecas públicas.
Metodología
Obtención de los datos
El presente trabajo deriva del realizado durante los meses de febrero y marzo de 2021 para la elaboración de propuestas de investigación e incidencia orientadas al fomento de la lectoescritura como estrategia de inclusión social del FORDECYT-Conahcyt. Se realizó a escala nacional con un cuestionario aplicado a 5 100 bibliotecarias y bibliotecarios de las 32 entidades federativas, con financiamiento del Conahcyt; participaron la Universidad Veracruzana (UV), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad de Salamanca, España (USAL), el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y la Red Nacional de Bibliotecas Públicas (RNBP). Los análisis exploratorios univariantes y bivariantes a escala nacional ya han sido elaborados. El informe puede consultarse en: <https://uvmx-my.sharepoint.com/:b:/g/personal/epl_uv_mx/EWUnZ7cO3Y1Lo77ERYCaVH4BxpJy-TjAB_QXELOYQk9frg?e=pRXmfu>.
Para la elaboración y aplicación de la encuesta se utilizó la plataforma de LimSurvey, la cual es una aplicación de uso libre. Para el presente estudio consideramos únicamente al estado de Veracruz. En el Anexo A pueden encontrarse las preguntas seleccionadas para elaborar los análisis subsecuentes, así como las abreviaturas usadas y las categorías de respuesta para cada pregunta.
Estrategia de análisis de los datos
La limpieza y gestión de los archivos, así como los análisis estadísticos y las visualizaciones correspondientes se llevaron a cabo usando los programas RStudio v.2023.06.1+524 y ArcGIS. El análisis de los datos se desarrolló en cuatro etapas: limpieza y depuración de datos; análisis preliminar; aplicación del análisis multivariante conjunto de correspondencias múltiples con clúster; y el análisis bivariado por nivel de rezago social, y regionalización de Veracruz, así como la identificación del clúster al que pertenecen.
Dentro de la primera etapa, filtramos los registros del estado de Veracruz y depuramos la columna de cada municipio para posteriormente realizar el análisis geoestadístico de la información. Además, se agregó el índice de rezago social categorizado en los niveles ‘alto’, ‘medio’, ‘bajo’, y se asignó acorde al municipio de pertenencia de cada biblioteca. Finalmente, se incorporó la regionalización de Veracruz.
Para el análisis preliminar, se elaboraron tablas de frecuencias simples y porcentajes, así como gráficos de barras. En este reporte destacamos los resultados relevantes de esta primera exploración. Posteriormente, se corrió el análisis multivariante conjunto de correspondencias múltiples con clúster para segmentar al personal bibliotecario. Como indican Ojeda Ramírez, Cruz López y Gallardo del Ángel (2023: 96), los clústers o grupos pueden ser óptimamente separados de acuerdo con la distribución de las variables categóricas. El proceso teórico-matemático y estadístico que enmarca esta técnica se describe detalladamente en Vichi, Vicari y Kiers (2019: 246-57). De esta forma se construyeron grupos de bibliotecarias y bibliotecarios homogéneos internamente, pero distinguibles en relación con los demás grupos.
Finalmente, en el cuarto nivel de análisis, utilizamos la prueba Ji-cuadrada, a partir de la hipótesis de que las variables son independientes y tomando como referencia el valor p de cada una de las pruebas. Para el acompañamiento de estas pruebas se elaboraron gráficos de barras apiladas para representar el cruce de las variables que interesaba comparar.
Cobertura de Veracruz
En Veracruz, el total de bibliotecarias y bibliotecarios asciende a 902, y para este proyecto participaron 162. Es decir, la muestra representa el 18 %; abarcó 63 de los 212 municipios que conforman el estado. Retomamos el índice de rezago social (IRS), ya que este permite tener una idea aproximada de las condiciones socioeconómicas que imperan en cada uno de los municipios, para esto utilizamos los datos del Coneval 2020. La muestra abarcó el espectro de las 10 regiones oficiales de Veracruz. La Figura 1 expone la distribución del IRS de los municipios participantes.
Presentación y discusión de resultados
Análisis exploratorio
Las bibliotecarias y bibliotecarios tienen mayoritariamente un rango de edad entre los 29 y 59 años y, al igual que la tendencia a nivel nacional, 7 de cada 10 son bibliotecarias. Los niveles de estudio que prevalecen son el de bachillerato y licenciatura, aunque 92.59 % no cuenta con estudios o formación relacionada con la bibliotecología. Esto impacta notablemente tanto en la calidad de los procesos y servicios, como en el trabajo innovador que podría realizarse. El 21.60 % dijo no haber recibido capacitación de la Dirección General de Bibliotecas (DGB) para desarrollar su función; aún mayor es el porcentaje de quienes establecen no contar con una adecuada formación para dedicarse a desarrollar actividades de promoción de la lectura.
Al indagar sobre sus prácticas de lectoescritura no obtuvimos evidencia de una definición clara de estos procesos. Leer y escribir se circunscriben a actividades que son parte del trabajo y, en el mejor de los casos, se les asigna una función instrumental; es decir, sirven para algo. Una gran mayoría reportó leer como parte de sus actividades diarias. No obstante, la mitad dijo leer menos de dos horas a la semana, tiempo considerado insuficiente para un buen lector. Además, de estos, solo un pequeño grupo indicó leer literatura, aunque dijeron leer poco. En relación con la escritura, solo unos pocos dijeron realizarla regularmente. En cuanto a la promoción de la lectura, al igual que leer y escribir, la refirieron únicamente como una actividad más que debe desarrollarse en sus espacios, como un servicio a grupos interesados o como lo establecen las instrucciones de operación de la biblioteca. Las bibliotecarias y bibliotecarios rara vez promueven los libros que leen en la biblioteca.
El concepto de biblioteca pública es el de ‘espacio donde sucede el préstamo de libros y donde se organizan y efectúan algunas actividades culturales’. Algo que destacan es que todas las actividades son gratuitas, sin llegar a referir a la biblioteca como un espacio social o con fines sociales. Aunque sí mencionan entre los objetivos el de promover la lectura y apoyar a los estudiantes con las tareas escolares. En este sentido, Álvarez Zapata y Montoya Ríos (2015: 60) expresa que en América Latina es muy frecuente confundir la biblioteca pública con la biblioteca escolar, al grado de concebirla como un híbrido, lo que hace más difícil su definición. Entre las respuestas de los entrevistados no identificamos referencias explícitas sobre la definición de la biblioteca pública de acuerdo con la IFLA. Por otro lado, la mayoría estableció haber participado u organizado actividades de promoción de lectura, pero un porcentaje significativo dijo nunca haberlo hecho en los últimos dos años. Destaca que casi 80 % de la muestra mencionó que no realiza actividades para promover a las bibliotecas públicas como un espacio que brinde soporte para el desarrollo de su entorno, y una gran parte del personal dijo que tampoco tiene vínculos de colaboración con otras instituciones.
Aunque las necesidades de los usuarios se orientan hacia el uso de lo digital, 8 de cada 10 bibliotecas no ofrece libros en formato digital, ni promueve la capacitación u orientación hacia la utilización de los recursos tecnológicos.
Resultados del análisis multivariante conjunto
Los siguientes gráficos muestran las respuestas que caracterizan a cada grupo identificado durante la segmentación multivariante. Así, las respuestas situadas del lado derecho determinan cuáles son las preguntas y categorías que configuran la tendencia de cada uno de los clústeres.
El primer grupo corresponde al 46.9 %. Este grupo de bibliotecarias y bibliotecarios tienden a calificarse como lectores regulares (CVL y CTC). Se observa que tienen un gusto por leer en foros y blogs (QTGF), así como páginas de internet (QTGPI). Cuentan con estudios de bibliotecología (EES) y además tienen la característica de que en su biblioteca se realizó alguna actividad de promoción lectora en los dos últimos años (TBR). Los programas aplicados a estudiantes de secundaria, a adultos y adultos mayores son los mencionados (Figura 2).

Fuente: elaboración de los autores
Figura 2 Caracterización del primer grupo de bibliotecarias y bibliotecarios
El segundo grupo está conformado por el 42.6 %. Se destaca que existe una alta tendencia por rara vez promover, compartir o platicar acerca de lo que leen en su biblioteca (QTP y QTC). Además, practican con poca frecuencia la lectura, no se consideran lectores de literatura y leen muy poco los libros disponibles en su biblioteca (CVL y QTL). No obstante, sí realizan actividades para promover a las bibliotecas públicas como espacios relevantes dentro de su entorno (RAP). Por otra parte, sus bibliotecas no tienen vínculos con alguna institución y tampoco han hecho actividades de promoción de la lectura (TBTV y TBR). Este grupo se caracteriza por no haber recibido formación por parte de la DGB y no ha organizado ni participado en algún evento sobre promoción de la lectura (CDG y HPO). El máximo grado de estudios que prevalece es secundaria. Tampoco es común que practiquen actividades de escritura o de lectura en sus actividades diarias (QTE y PAD), y los que llegan a realizarlas lo hacen en un tiempo menor a dos horas a la semana (Figura 3).

Fuente: elaboración de los autores
Figura 3 Caracterización del segundo grupo de bibliotecarias y bibliotecarios
Finalmente, el tercer grupo está representado por el 10.5 %. Son los que practican la lectura con bastante frecuencia; se catalogan como lectores de literatura (QTL, CVL y CTC): la lectura es muy frecuente en sus actividades diarias y lo hacen por más de 10 horas a la semana (TLP). El grado de estudios que prevalece es el posgrado. No es común que hayan realizado programas de promoción para niños de primaria (PPP). Además, tienden a practicar mucho la escritura. En la misma medida, comparten, platican y promueven lo que leen con las demás personas en la biblioteca (QTP y QTC). Indicaron que las bibliotecas en las que trabajan sí ofrecen libros en formato digital (OLF). Finalmente, resalta el hecho de que existe una ligera tendencia a ser del género masculino (Figura 4).

Fuente: elaboración de los autores
Figura 4 Caracterización del tercer grupo de bibliotecarias y bibliotecarios
Se establece que las bibliotecarias y bibliotecarios de Veracruz cuentan con características diferenciadas por grupo, según la segmentación multivariante. El primer grupo (46.9 %) realiza regularmente actividades de promoción de la lectura en sus bibliotecas, dirigidas a un público de nivel secundaria, adultos y adultos mayores, siendo estos grupos los que -con base en el diagnóstico- han tenido una menor atención. En el segundo grupo, y en una proporción casi similar (42.6 %), las bibliotecarias y bibliotecarios practican con baja frecuencia la lectura, la escritura y la promoción de la lectura. En sus bibliotecas no ofrecen libros en formato digital, ni tienen vínculos establecidos con alguna institución. Por último, el tercer grupo, que es el minoritario (10.5 %), reporta hacer más frecuente y variadamente, actividades de lectura, escritura y de promoción de la lectura en sus bibliotecas (Figura 5). No mencionan realizar actividades con estudiantes de primaria.

Fuente: elaboración de los autores
Figura 5 Distribución porcentual de los grupos identificados del personal bibliotecario público en Veracruz
Además, se analizó si la composición de estos grupos mantenía dependencia estadística con relación al IRS. Este índice es de gran relevancia ya que distingue las siguientes cuatro características: rezago educativo, acceso a los servicios básicos de salud, acceso a los servicios básicos en vivienda y la calidad de la vivienda (Coneval, 2021). Esta medición fue incorporada a los análisis ya que es ampliamente utilizada para establecer las desigualdades sociales que subyacen en el territorio mexicano. Así, se presenta el índice de segmento por los niveles ‘alto’, ‘medio’ y ‘bajo’.
En la Figura 6 puede notarse que 90 % de las bibliotecarias y bibliotecarios de municipios con alto rezago social están dentro del grupo de promotores no capacitados, mientras que el restante 10 % está dentro de los regulares. Por otro lado, las proporciones no parecen variar significativamente para las bibliotecarias y bibliotecarios de municipios con un índice de rezago social medio y bajo. No obstante, destaca que las bibliotecarias y bibliotecarios cuyo municipio está en un nivel medio y bajo, la proporción es aproximadamente del 50 % como promotores regulares, 40 % como promotores no capacitados, y únicamente 1 de cada 10 como capacitado. La evidencia sugiere que estas diferencias son estadísticamente significativas y que el nivel del índice de rezago sí influye sobre sus competencias en promoción de la lectura (Ji-Cuadrada = 9.986, p-valor = 0.0440).
Discusión
Los resultados aportan información que nos acerca a un conocimiento amplio y pormenorizado del funcionamiento y trabajo que realiza la RNBP sobre promoción de la lectura en las bibliotecas públicas de Veracruz. Estos evidencian las dificultades derivadas de la ausencia de precisión en la Ley General de Bibliotecas. La muestra, al segmentarse, permite establecer que los programas de atención, formación y capacitación bibliotecaria no pueden implementarse de la misma forma. Aunado a esto, la comunidad y las circunstancias que engloban el contexto de cada una de las bibliotecas constata que las necesidades son distintas. Asimismo, el capital cultural varía significativamente al poner en la ecuación el indicador del rezago social, siendo este una dimensión de análisis que pocas veces se utiliza y que puede ser muy útil para diseñar estrategias de capacitación focalizadas, ya que se determinó que hay una relación de dependencia estadísticamente significativa entre el nivel del IRS y el grupo formado a través de los análisis multivariantes conjuntos.
El grupo de bibliotecarias y bibliotecarios que tienen características destacadas puede servir para generar programas de capacitación entre los mismos bibliotecarios y bibliotecarias de la RNBP; con un programa de estímulos podría constituirse una capacitación de capacitadores e instalar un programa de mejora continua de las competencias de quienes pueden incidir en el desarrollo de las bibliotecas hacia el concepto que plantea el Manifiesto IFLA. Urge, además de todo esto, una transformación de las bibliotecas públicas en términos de operación, recursos, financiamiento, marco jurídico, de capacitación personalizada y tiempo. El ajuste de un plan debe estar alineado a los objetivos de estos espacios.
Consideraciones finales
Las bibliotecas públicas, como espacio de inclusión que promueve una cultura de valores y humanismo, están comprometidas a la atención de su entorno y los elementos de los que disponen legitiman la construcción de comunidades lectoras. Por su parte, las bibliotecarias y los bibliotecarios deben capacitarse en la elaboración de estrategias que les permitan realizar un trabajo sustentado en el conocimiento y uso de la transversalidad del acto lector, así como en la aprehensión práctica de la lectura y escritura. Deben, además, ser capaces de crear redes de colaboración donde promuevan la empatía con la diversidad de grupos a los que deben atender. Dada la heterogeneidad de quienes participan en las actividades de promoción de la lectura, es indispensable diferenciarlos para su adecuada capacitación. La metodología aplicada en el estado de Veracruz podría extenderse a las demás entidades y utilizarse por la RNBP para operar una segmentación por entidad federativa. Solo de esta forma estos espacios podrán contribuir a trazar un camino para fortalecer la incidencia y, por lo tanto, la mejora de los entornos comunitarios.